El 10 de junio de 2007, tras 347 años de presencia viva, cerraba sus puertas el Convento de las Agustinas.

Aunque la iniciativa de su fundación partió en 1611 de doña Margarita de Fuenmayor, marquesa de Falces, no se llevo a efecto hasta 1660. Ubicado en la calle Caballeros, hoy llamada de las Agustinas, se instaló en una casona gótica que perteneció a la familia de los Castejón. Su aspecto exterior, a no ser por las celosías de sus ventanas, no hace pensar que tras sus muros se encontraba todo un mundo de recogimiento y oración. En el conjunto del edificio destaca la portada de arco conopial sobre la que se sitúa el escudo de los Castejón enmarcado por un alfiz.

La iglesia conventual data de 1732. El acceso está marcado por un pórtico presidido por una talla de San Agustin. El templo de una sola nave con crucero es recogido y recoleto. No hay en él obras de gran valor artístico, pero sí de enorme significado religioso para el fervor popular. Los retablos son del siglo XX. El Retablo Mayor está presidido por la Asunción de la Virgen, dos hornacinas albergan las tallas de San Agustín y Santo Tomás de Villanueva. En el retablo de la izquierda de la iglesia está colocada la imagen de la Virgen de la Consolación, abogada de los buenos partos, traída por las fundadoras. El de la derecha dedicado a San José cobija una imagen de Santa Rita. El coro alto y la comulgatoria, situada en el lado derecho del presbiterio, han servido durante siglos para acercar al pueblo la oración y la profunda vida espiritual de las agustinas.

Una vez al año, el día de la Asunción de la Virgen, se rompe el respetuoso silencio de este lugar de culto y se rescata el legado espiritual de este convento. El pueblo de Ágreda se reúne para festejar a la “Virgen de los corderillos”, rezar por las monjas y rememorar las devociones que nos legaron.