La Iglesia de San Juan Bautista data de la segunda mitad del Siglo XII. Fue parroquia desde esa fecha hasta 1868.

En origen fue un templo románico. Conserva la portada con cinco arquivoltas decoradas con motivos vegetales, seis capiteles de temática historiada y el símbolo del Cordero que hace referencia al santo titular. El edificio, remozado en el siglo XVI, muestra el estilo gótico en sus bóvedas de crucería. También se encuentran en ella elementos renacentistas y barrocos. La planta de la iglesia es de una nave con cabecera pentagonal y seis capillas a los lados.

Su estado actual apenas deja atisbar su relumbre de antaño y el bullir religioso de un templo que hizo máxima expresión de la religiosidad del barroco. De ese tiempo atesora el Retablo Mayor, fechado en 1735. Es un claro exponente de estilo churrigueresco, con dos grandes columnas, dos vanos que albergan a San José y a San Antonio de Padua y la hornacina central en la que se ve a San Juan predicando en el desierto. El conjunto lo enriquece un ostentoso expositor, reflejo de las grandes celebraciones del Corpus Cristi. Otra buena muestra del barroco lo constituye la Capilla de “Los Remedios”, construida en 1697 por el conde de Villarrea. Al siglo XVIII pertenecen el retablo que cobija a la Virgen de los Remedios y los dos cuadros laterales, obra de Miguel Pimpinela, que representan el Nacimiento de la Virgen y su Transito. Dos retabillos barrocos, procedentes del convento de los Franciscanos de San Julián llegaron a esta iglesia tras su exclaustración. Uno dedicado a San Antonio de Padua, con la peculiaridad de una pintura de la Venerable y Duns Escoto. Otro dedicado a San Diego. No puede pasarse por alto el Retablo del Santo Cristo de Magaña, también barroco, del siglo XVII.

Hoy, la iglesia de San Juan, abre sus puertas a los fieles el 24 de junio y el 29 de agosto, para festejar el nacimiento y la degollación de su santo. Reúne a los cofrades de la Vera Cruz a rezar por los difuntos y los convoca a celebrar las fiestas de la Cruz el 3 de mayo y el 14 de septiembre.

Su torre fortaleza permanece como testigo del débil latir espiritual del templo. El volteo de sus campanas anuncia las fiestas y pregona el paso de procesiones. Cada sábado, al atardecer, traen la presencia de Dios y nos preparan a los feligreses para celebrar el domingo.